El Señor nos dejó un
"memorial" real con su Presencia, que es la Eucaristía: "No nos
dejó sólo palabras, porque es fácil olvidar lo que se escucha. No nos dejó sólo
la Escritura, porque es fácil olvidar lo que se lee. No nos dejó sólo símbolos,
porque también se puede olvidar lo que se ve. Nos dio, en cambio, un Alimento, pues es difícil olvidar un sabor. Nos dejó un Pan, en el que está Él, vivo y verdadero, con
todo el sabor de su amor".
"La Eucaristía no es un simple recuerdo, sino un hecho", y "en la Misa, la muerte y la
resurrección de Jesús están frente a nosotros... No podemos prescindir de ella,
es el memorial de Dios. Y sana nuestra memoria herida".
Sana también "la
memoria herida por la falta de afecto, las amargas y decepciones recibidas de
quien habría tenido que dar amor, pero que en cambio, dejó desolado el
corazón": "Dios puede curar estas heridas, infundiendo en nuestra memoria un amor más grande: el suyo.
La Eucaristía nos trae el amor fiel del Padre, que cura nuestra orfandad".
Él está
feliz de tener intimidad con nosotros y cada vez que lo recibimos nos recuerda
que somos valiosos: somos los invitados que Él espera a su banquete, los
comensales que ansía".
Francisco recordó que, si Jesucristo desea esa intimidad, es
porque "sabe que el
mal y los pecados no son nuestra identidad; son enfermedades, infecciones. Y
viene a curarlas con la Eucaristía, que contiene los anticuerpos para nuestra
memoria enferma de negatividad".
En ella encontramos dos efectos, uno místico o
espiritual, que exige "nuestra
voluntad de dejarnos transformar, nuestra forma de pensar y actuar",
pues de lo contrario "las celebraciones eucarísticas en las que
participamos se reducen a ritos vacíos y formales".
Y un efecto
comunitario, que consiste en "la comunión mutua de los que
participan en la Eucaristía, hasta el punto de convertirse en un solo cuerpo", como lo es el
pan que se parte y se distribuye. Somos comunidad, alimentados por el cuerpo y
la sangre de Cristo". Por eso "no se puede participar en la
Eucaristía sin comprometerse a una fraternidad mutua, que sea sincera" frente a
"la tentación de la rivalidad, la envidia, los prejuicios, la
división..." Solo con la Eucaristía es posible permanecer en la amistad de
Jesús, añadió el Papa.
(De la Homilía y Ángelus del Papa Francisco, junio 2020)
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