Solo si nos ponemos en las manos del Señor y confiamos en la
fuerza del Espíritu Santo, iremos
experimentando día a día, una renovación de nuestras fuerzas físicas y espirituales, que
nos hará sentirnos cada vez más vivos.
Poder
experimentar esa vivencia, nos hará más dóciles a la voluntad de Dios, a la
entrega a los demás y nos ayudará a desprendernos de todas las cosas que nos
distraen y nos atan a este mundo, apartándonos del verdadero camino.
La
serenidad que nos da la certeza de vivir en la gracia de Dios, como poder identificar su guía, respondiendo a ella como
corresponde, nos permite vivir atentos y enfocados en lo único que es
necesario, que es buscar a Dios ante todo y en todo, para vivir en Él.
De
este modo, cada día se convierte en una misión que el Señor nos encomienda, porque
en las cosas de todos los días, El nos sabe sorprender al sentirlo tan próximo
a nosotros…Por eso, no dejemos de tener esa mirada atenta a la necesidad de los
demás…
Así, aprendemos a vivir en el “Kairós”; es decir,
en el AHORA de Dios, en el tiempo de la gracia, que nos ha sido abierto de par
en par gracias a Nuestro Señor Jesucristo.
Pidamos
al Señor la Gracia, de sentirlo cada día más cerca de nosotros transformando
nuestro tiempo “Cronos” en el “Ahora de Dios”…
AMEN.
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