¡Esperemos y recibamos al Señor!
El verdadero
Cristo, el Hijo único de Dios, no volverá más sobre la tierra. Si alguien
viene en los desiertos, como una aparición, no salgas a verlo. “Si alguien
les dice entonces: "El Mesías está aquí o está allí", no lo crean”
(Mc 13,21). No mires más hacia abajo, hacia la tierra. Ya que el Maestro
descenderá desde los cielos. No solo como antes, sino con una numerosa
compañía, escoltado con miríadas de ángeles. No como la secreta lluvia sobre
el vellón, sino como el relámpago que brilla con esplendor. Dice “Como el
relámpago que sale del oriente y brilla hasta el occidente, así será la
Venida del Hijo del hombre” (Mt 24,27). Y también “Verán al Hijo del hombre
venir sobre las nubes del cielo, lleno de poder y de gloria… Y él enviará a
sus ángeles para que, al sonido de la trompeta, congreguen a sus elegidos de
los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte” (Mt
24,30.31). (…) |
Esperemos y
recibamos al Señor que viene desde el cielo, sobre las nubes. Entonces
sonarán las trompetas angelicales. Los que descansan en Cristo resucitarán
primero. Entre los vivos, los que practican la piedad serán elevados en las
nubes y recibirán el premio por sus pruebas, un homenaje más que humano
porque han soportado combates sobrehumanos. Así lo escribe el apóstol Pablo:
“Porque a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la trompeta de
Dios, el mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero resucitarán los
que murieron en Cristo. Después nosotros, los que aún vivamos, los que
quedemos, serenos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro
de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre” (1 Tes 4,16.17). |
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